Más es menos, 14 Festival de Cine Europeo de Sevilla

 

La revisión documental y esperpéntica de la Transición a la democracia (“Histeria de España”, de Kikol Grau) y “Nico”, con Trine Dyrholm, lo más salvable de un festival ambicioso pero venido a menos.

Hasta 15 secciones diferentes (¿para qué tantas?) componían el abigarrado y ambicioso programa general de la 14 edición del festival de Cine Europeo de Sevilla. Entre tantas y tantas películas (hasta 15 o más al día, en proyecciones simultáneas que se solapan unas a otras), muy poco salvable y saludable. Mucha paja y poco trigo. Mucho ruido y pocas nueces. O lo que es lo mismo, “más es menos”. Querer y no poder.

 

“Barbara” de Mathieu Amalic

 

Por ejemplo, entre los 17 filmes a competición dentro de la sección oficial, nuestra retina retiene finalmente muy poca cosa. A saber: “Barbara”, de Mathieu Amalic, «antibiopic» de la legendaria cantante francesa del mismo nombre; “El taller de escritura”, de Laurent Cantet, cine político lejos de consignas mononeuronales (ja, ja); “Western”, de Valeska Grisebach (“Nostalgia”), que no es lo que dice el título, sino una aproximada descripción de la “ley del más fuerte” que se impone ahora en esa Europa descreída de sus supuestos valores de tolerancia y admisión de los parias del mundo…

 

 

La española “Tierra firme”, de Carlos Masques Marcet, exhibe una primera hora admirable y promisoria, sustentada sobre todo en las notables interpretaciones de Natalina Tena y Oona Chaplin, pero pronto descubre sus viciosas trampas: un guion machacón y reiterativo hasta decir basta, un planteamiento sin resolución, un rizar el rizo sin venir a cuento. La historia de amistad y lesbianismo de dos inteligentes mujeres, la presencia de un macho semental (pero simpático) dispuesto a ser papá sin comerlo ni beberlo…la media hora final es insufrible y echa por tierra todo el castillo anterior bien construido. Director y trio actoral se gustan mucho a sí mismos y no saben poner punto final donde hubiese sido mucho más eficaz y comedido. Una lástima.

 

 

La cinta ganadora del festival “A fábrica de nada”, del portugués Pedro Pinho, previo premio Ficespri (premio de la crítica internacional) del último festival de Cannes, es una bienintencionada y algo seca descripción de la nueva lucha obrera en el seno de una empresa cuyos directivos roban maquinaria y material de la propia entidad. Corrupción empresarial al canto, asunto sin duda candente, previsible y recurrente de cara a la galería, y de ahí quizás el reconocimiento ofrecido en el palmarés.

 

 

Fuera de concurso

Lo mejor de la semana sevillana (gran, luminosa y moderna ciudad sustentada en valores tradicionales, el rancio patriotismo nacional católico, el amor a unas raíces tradicionales musicales, entre el flamenco jondo y el flamenquito de sevillanas y olé, y la bonhomía mayoritaria de sus conciudadanos, por no hablar de las riquísimas y generosas “tapas”, al calor de una buena manzanilla o al frescor reparador de una rica cervecita bien tirada), llegó de la sección “Resistencias”.

En concreto de los documentales “Histeria de España” (“gran corrida patriótica”) y “La Transacción: un recorrido audiovisual”), concienzuda, sesuda, combativa y sarcástica recopilación de películas españolas malditas o a punto de serlo, en la negra noche del franquismo y en sus postreros y demenciales arrebatos (que llegan hasta nuestros días). Una desmitificación ardiente, necesaria, irreverente y clarividente de la tan alabada (por algunos próceres) Gran Transición Española a la Democracia, ejemplo y espejo donde se deben mirar otros regímenes autoritarios/dictatoriales. Ja, ja, ja…

Entre los 22 “bravos realizadores” que torean, investigan o contribuyen al invento, figuran gentes como María Cañas, Andrés Duque o Manolo Vázquez, y sobre todo, se valora la recuperación de imágenes impagables de obras como “Caudillo”, “Los santos inocentes” o “El sur” (y muchas más, hasta sobrepasar largamente el centenar), siempre recorrido por el espíritu bien presente de cineastas como Basilio Martin Patino, Carlos Saura, Víctor Erice, Chus Gutiérrez, Iciar Bollaín, Jordi Grau o Joaquin Jordá, entre una multitud)

“Radiografía de la historia/histeria reciente, espejo negro cañí, cadáver exquisito que concentra la sangre, el sudor (las lágrimas) y la caspa de la piel de toro, y por el que desfilan desde El Fary hasta Rita Barberá, se habla de temas como el independentismo, y hay fútbol, tortilla y safaris, entre mil cosas nuestras más” (Kikol Grau). “Españolito que vienes al mundo…te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón (Antonio Machado).

Y Nico

De las películas “fuera de concurso”, retenemos, sobre todo, “Nico, 1988”, de la realizadora estadounidense Susanna Nichiarelli, retrato de la ex-musa del ilustre grupo de la escena punk rock de Nueva York en los últimos años 60 del pasado (sí, pasado) siglo XX : la Velvet Underground. Banda donde también figuraban el inefable Lou Reed y el no menos conspicuo John Cale, todos ellos bajo la atenta mirada del rupturista y muy avispado Andy Warhol desde su fábrica de sueños/dólares The Factory..

 

 

La cinta, afortunadamente, no se centra en aquella época, sino en la situación psicológicamente terminal de la persona Nico, cuando intentó lanzar su carrera musical en solitario, con una propuesta personal, auténtica y sincera que le llevó a construir canciones de una extraña intensidad, sensibilidad a flor de piel y poesía furiosa y rotunda. Eso es lo que documenta el film, apoyado en la asombrosa interpretación de Trine Dyrholm (“Celebration”, “La comuna”). Tribulaciones, tristezas y alguna pausa feliz de una mujer extraordinaria, con un pasado familiar turbulento y un desenlace que tampoco podía ser muy risueño. No happy end.

El Festival de Sevilla, finalmente, ofreció una suerte de homenaje a la figura de la actriz malagueña Kiti Mánver, una de las muchas “chicas Almodóvar”, y protagonista femenina de filmes como “Habla, mudita”, “Todo por la pasta” o “Pagafantas”y partícipe asimismo en más de 70 telefilms y obras de teatro. Tributo merecido, sin duda, pero que, ¡hay!, no vino acompañada por la proyección de su mejor trabajo, el último film de su largo currículo.

P.S. Esta crónica está dedicada al “atento” director del Festival, Cienfuegos, y al no menos “amable” equipo de prensa del mismo, que me otorgaron toda clase de felicidades (facilidades) para realizar este trabajo, ordenador gratuito incluido. Thank you for nothing.

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