Entrevista al guitarrista Jaume Tugores

Me esfuerzo mucho para que las melodías hablen” 24-3-03

Jaume Tugores

Guitarrista mallorquín cuya vida es una banda sonora repleta de intensidad. Sus anhelos, deseos, vivencias, ilusiones son el motor de una creciente carrera que se consolida en su segunda entrega instrumental “ El seu Orient” ( Ventilador 02) Pero no se confundan, éste no es un disco de música árabe o hindú, ni nada parecido. Tugores es Tugores y punto. Eso sí, reúne aquí muchas geografías y músicas de las que plasma, no tanto la forma original, como lo que le sugieren, es puro sentimiento.

Los timbres acompañantes, concienzudamente elegidos y en forma de sexteto, son el de la viola y violín, flauta travesera, bajo y contrabajo y una florida gama de percusiones que enriquecen este caldo con la sutileza que caracteriza la obra “tugoriana”.

Si se cruzan con Jaume por la calle, tal vez no lo reconozcan; si es su música la que de pronto aparece, están perdidos. Jamás lo olvidarán.

El proceso de creación.

Jaume- En general es un proceso larguísimo de maduración de lo que quiero transmitir con esa melodía. Normalmente, se mantiene bastante pura desde el momento en que la tarareo. Me inspiro en cuentos que imagino, sueños que tengo, en viajes, películas.

¿ Oyes música en los sueños?

Pues sí, estoy tan loco que incluso eso ( ríe) “Ens veim al Marroc” ( Nos vemos en Marruecos) es un tema que a la mañana siguiente de haber tenido un sueño en el que aparecía yo, una chica y Marruecos…

¡No nos cuentes más, por favor!

Evidentemente, era un sueño erótico y muy sensual. Después de levantarme por la mañana asocié. No es que soñando se me ocurriese la melodía, sino que te pasa algo que tú opinas que es especial, sea en sueños o en la realidad y unes eso a la melodía que vas a crear en ese momento.

Entonces te reúnes con la guitarra y charlas con ella.

Exacto. Sí, sí, es muy bonita esa metáfora, estoy completamente de acuerdo contigo. Me esfuerzo mucho para que las melodías hablen, que parezca que hay una letra oculta. Los compositores instrumentales que más me gustan tienen eso. Tiene tanta fuerza de expresión la melodía, que parece como si tuviese una letra y se la han quitado.

Es una forma curiosa de ver la música. Se hace en las bandas sonoras de películas, pero claro, acompaña unas imágenes, ya está la historia puesta.

El maestro Morricone.

El primer disco se titulaba “Anche lui é qui” ( Él también está aquí) en homenaje a Ennio Morricone ¿Sigue estando aquí?

Sí, por supuesto, está por todas partes ( risas) Melódicamente es una presencia absoluta, además sigo impregnándome de su arte, de su manera de ver la música, de componer. Me fascina. Es el único músico que me ha acompañado toda mi vida. Desde niño, que mi padre me descubrió los Espagueti-Western y me robaron el corazón, lo he ido siguiendo toda mi vida. Soy un coleccionista de Ennio.

Has conseguido, al igual que él, que tus melodías sean tarareadas inevitablemente, después de escucharlas un par de veces.

Yo pienso que sí. Es uno de los objetivos centrales de mi trabajo musical, llegar a la sencillez después de una complejidad de trabajo. La comunicación cuanto más sencilla, clara, transparente, concreta, concisa sea mucho mejor. Lo que pasa, es que en este segundo disco hay muchos más arreglos. Es decir, está arreglado de una forma, a nivel musical, mucho más madura y también más compleja. En casi todos los temas estamos tocando los seis. Y además todo el mundo está continuamente aportando cosas. Hay líneas melódicas nuevas, rítmicamente hay muchas polirrítmias, que eso acompleja también.

Eso puede dar la sensación al principio de que no hay un tema tan claro, pero a la segunda escucha que ya no te sorprendes tanto de los arreglos, prestas más atención a la melodía. La gente me comenta, para mí es un piropo, una virtud, que mi música es muy directa. Esa es una enseñanza del maestro Morricone.

Compañera de aventuras y desventuras: La guitarra.

Ayuda a superar muchas cosas el instrumento, cuando tienes momentos bajos personales o cuando pierdes a una persona querida. Es un tópico, pero es completamente cierto, te refugias en el instrumento y parece que te habla y te tranquiliza.

El problema es que la gente que no se dedica a la música, como es un lenguaje tan abstracto, le cuesta imaginarse esa relación. No es una relación esotérica, es muy directa, muy carnal, es muy viva. No hace falta ser supersensible para llegar a eso con un instrumento, simplemente estar abierto y la música te entra.

Lo que se puede decir sólo con una guitarra.

Tengo alumnos que me comentan que soy un guitarrista muy atípico. He tenido muchas etapas de aprendizaje durante estos 14 años. Escucho mucha música orquestal, música de películas especialmente. Siempre ha habido un proceso, una labor y unas ganas de sintetizar toda una paleta orquestal a las seis cuerdas de la guitarra. Y por ahí me ha quedado un estilo de tocar y armonizar solo por lo menos curioso, que evoca otros instrumentos.

Años atrás, hice un proyecto llamado “ Una cançó que es diu cinema” ( Una canción llamada cine), título que ahora abre “ El seu Orient”. Junté 20 clásicos de bandas sonoras. Fue el primer trabajo que hice de sintetizar toda una orquesta a la guitarra y armonizarlo. Grabé una maqueta e hice unas cuantas giras, esto te estoy hablando del 98.

Echo en falta toda la capacidad melódica y la capacidad de comunicar con un instrumento solista que está diciendo cosas, y armonías que se mueven y modulan y expresan sentimientos muy variados. Hoy en día todo es muy estático, muy pobre a nivel melódico y de armonías, pero muy rico rítmicamente o con mucho “groove”, como dicen los ingleses, con un ritmo repetitivo, pero que te sugiere muchas cosas.

¿ Al componer una melodía escuchas todos los timbres que van a intervenir?

Cuando canto una melodía sé si esa melodía es flautística, es violinística, es bajística, es guitarrística, porque tengo mucha tradición de haber escuchado mucha música muy rica en timbres. Y claro, estás acostumbrado a escuchar que el violín, un tipo de fraseo, lo hace de una manera. Entonces, cuando a mí se me ocurre una frase, la tarareo incluso con el “ñiiiiiiii” emulando el rasgueo de la cuerda, o “ fu- fu” emulando la flauta.

Tienes que conocer los instrumentos, escribir para ellos, hacer un análisis muy profundo, comparar, tomar referencias, etc. Hay un trabajo muy grande de ver si una melodía es de viento, de cuerda, de cuerda pinzada. Es complejo, eso se aprende trabajando.

¿Explotas mucho a los músicos?

Dicen que soy un jefe malo, pero al final el buen rollo puede. Además, ellos están contentos de sonar así. Un músico, al final es lo que quiere, que se le exija para poder exigirse a sí mismo. Los músicos son la parte más importante de la composición. Mi gran maestro Morricone dice que por muy bien que él componga, si al final la interpretación no es buena, ese tema no vale para nada, es decir, no brilla.

¿Qué hay tras “El darres pas del mar” (el último paso del mar)?

Es un tema donde cargué mucho las tintas en los arreglos. Quiere expresar las diferentes etapas que pasa una relación amorosa. En este caso la flauta representa a la chica y la viola al chico. Hay un diálogo continuo entre los dos instrumentos. Al final surgen las olas del mar. Es el mensaje de que siempre, después de una tempestad, viene la calma. El mar nos enseña eso. Por muy mal que te pueda ir en un momento dado, o que puedas perder a alguien, después hay una calma que además te suele aportar otras cosas y otras personas; y de ahí nacen sentimientos muy bonitos.

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