Travelin Thru, Gloria Campestre – Bob Dylan: The Bootleg Series, vol. 15

Travelin Thru, la nueva entrega de «The Bootleg Series», y van 15, de Bob Dylan, es una gloriosa recuperación de una época feliz del folk singer de Duluth, Minnesota. Los años 1967-1970 marcaron una etapa creativa cien por cien, intimista en su atmósfera familiar, libre de ataduras mesiánicas, abierto a la campiña como metáfora de amor conyugal, erótico, sensual, físico y…metafísico («John Wesley Hardin»). Ese álbum austero y absolutamente maravilloso (recordemos: guitarra acústica, armónica, batería y bajo eléctrico) significó un antes y un después en la trayectoria dylaniana, superada su magistral trilogía seudo-psicodélica – «Bringing it all back home», «Highway 61 Revisited», y el descomunal «Blonde on Blonde»- y después también de su reclusión en la big pink para realizar junto A The Band las cautivadoras, distendidas y emocionantes «Basement Tapes».

Bien, Dylan se refugiaba en la Biblia y en sus metáforas imperecederas Y a veces inescrutables para realizar el «primer álbum de rock bíblico», aunque el rock solo estaba en proyecto. Es imposible calificar la música de JWH, distinta, distintiva, única, irrepetible. Más folkie que «country» (con dos temas finales incursos de lleno en este género), un disco sin desperdicio de principio a fin, sin duda uno de los más originales de su autor. Pues bien, ahora «Travelin thru» recupera tomas alternativas, segundas o terceras versiones, nuevos arreglos de aquellas piezas inmortales: «All along the watchtower», I pity the poor inmigrant», «Drifter´s Escape», «I dreamed I saw St. Augustine», et all. Versiones que, además de ser fieles a las originales, son perfectamente nuevas y diferentes: Mr. Tambourine man tiene el prodigioso poder de hacer de cada interpretación una propuesta distinta, fecunda, tan prodigiosa o más que la primigenia.

Bob Dylan – Travelin Thru

El segundo volumen de «Viajando a través», nos ofrece sesiones del «Nashville Skyline» y de «Self Portrait», otros álbumes que tal bailan en el inventario dylanita. Decididamente «country», pero no del «country» que pregonaba su título, el de Nashville Tennessee, sino la particular visión de ese género que tenía y tiene, Mister D, siempre más anclado en la Gran Tradición Musical Norteamericana que en la historia del Grand Ole Opry conservador y a veces francamente reaccionario (cosas de Merle Haggard y otros). Con la inestimable presencia del gran Johnny Cash, el disco «pirata» recoge nuevas lecturas de «Girl from the north country», «Wanted man» y otras joyas. De nuevo, y a pesar de sus pequeñas deficiencias técnicas y/o de acople entre los dos genios, un disco que no se queda en lo consabido, sino que -con presencias igualmente estelares como las de los Tennessee Two o Carl Perkins- propicia un viaje a la gloria campestre y logra apreciar todos los perfumes de un hermoso, feraz y frondoso bosque sonoro.

Finalmente, las sesiones con el folklorista, banjista e histórico del «bluegrass», Earl Scrugg y su familia, proporciona el momento menos sublime y atractivo de esta nueva trilogía «bootleg» (pirata) de Robert Zimmerman. Pero no por ello es desdeñable. Estamos ante uno de los más grandes «pickers» del cinco cuerdas del instrumento de ascendencia africana y la colaboración resultó ser de una factura no por improvisada y algo descuidada, menos encantadora por momento. Recordemos por ejemplo, y sin ir más lejos, ese» Nasville Skyline Rag», seguramente la pieza instrumental más preclara escrita jamás por el autor de «Planet waves», «Blood on the tracks», «Love and theft» o «Tempest», sir ir más lejos. ¿Saben a quién me refiero, no?

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