23 Edición del Festival «Musiques Sacrées Du Monde» De Fes (Marruecos)

Toumani Diabate, Vicente Amigo y Stelios Petrakis, puntos álgidos de un festival en transición.

Del 12 al 20 del pasado mes de mayo tuvo lugar en Fes, la capital espiritual y mística del Islam, una nueva celebración colectiva de las músicas llamadas «sagradas», vale decir, sonoridades y expresiones que enlazan con los más profundos sentimientos religiosos (y muchas veces profanos) del individuo de cualquier parte del planeta.

Edición de transición, sin duda, no tanto por la escasez de primerísimas figuras del panorama global, cuanto por la dispersión de actos, la ausencia de una adecuada información y promoción de los conciertos y, sobre todo, la distancia elitista y separadora que sigue existiendo entre el «festival rico» (los grandes espectáculos en el impresionante palacio Bab Makina) y el «festival para la plebe», en las abigarradas y multitudinarias plazas y zocos de la maravillosa ciudad antigua.

 

Jardines de Fes – Foto realizada por Alvaro Feito

 

Por fortuna, un nuevo espacio logró establecerse este año como idílico y paradisiaco lugar de encuentro para propuestas estéticas diversas, casi siempre atractivas. Se trata de los maravillosos jardines de Jnan Sbil, dignos de figurar en una antología de cuentos de las Mil y una noches. Recientemente rehabilitados, se trata de un conjunto de nueve jardines reputados por la variedad de sus especies botánicas y sus infraestructuras hidráulicas (molinos de rio, juegos de agua, canales, etc.). Un verdadero oasis de verdor y fragancias que vale por si solo la visita a la ciudad santa (si no tuviera ya de por si otra gran cantidad de reclamos naturales).

El agua y lo sagrado

El lema, o leit motiv de esta edición del FèsFest, giraba en torno a «el agua y lo sagrado», sin duda en sintonía con la conciencia cada vez más arraigada de la importancia del líquido elemento en nuestra sociedad, especialmente aquellas más desfavorecidas y olvidadas de los mundos marginados y parias. Por otra parte, el agua, con sus connotaciones bíblicas de limpieza y regeneración, era un elemento particularmente atractivo en un certamen diferente como este.

Diversos espectáculos giraron en torno a esta idea, algunos, eso sí, cogidos por los pelos o solo tangencialmente relacionados. El entorno verdeante fue un símbolo otra vez más y se convirtió en verdadero protagonista por encima de sonidos más o menos exóticos.

 


Stelios Petrakis en Fes – Foto realizada por Alvaro Feito

 

La perfecta fusión de cuerpo y espíritu la proporcionó, por ejemplo, el cuarteto cretense Stelios Petrakis, procedente de la legendaria cultura clásica que iluminó con esplendor toda una civilización eterna. Intérprete de la ancestral lira, así como actual lutier, Stelios evoca una sonoridad majestuosa y un tiempo a la medida del hombre. El bailarín Thanassis Mavrokostas sale a la palestra de vez en cuando para transportarnos a un mundo más feliz, allí donde el cosmos se funde en un puñado de melodías y ritmos endiablados.

Sin duda, uno de los mayores descubrimientos de este año, el cd-dvd «Live in Heraklion Walls» se debería colocar en el frontispicio de la mejor música del mundo. Un prodigio de poesía cantada, de amor por la vida y de sensibilidad popular elevada a categoría de arte mayor.

Flamencos Varios

A priori, una de las propuestas más inquietantes del certamen de este año, era la recuperación del proyecto Songhai, que ya hace más de 30 años reunió al grupo andaluz Ketama y al maliense Toumani Diabate, «griot» y virtuoso de uno de los artilugios sonoros más especiales del acervo tradicional, esa kora, arpa laúd de 21 cuerdas y caja de resonancia de calabaza pura y dura.

Con la presencia de los tocaores y cantaores José Miguel Carmona y Juan Carmona, y del excelente bajista Javier Colina, así como voces femeninas de «jaleo» y animación, el concierto vino lastrado por algunas deficiencias técnicas de sonido, que no estuvo a la altura de lo deseado. En especial en esos momentos de «fusión», que no merecieron el nombre de tal. Por encima de todo, la maestría, la humildad y el buen hacer de Toumani se elevó muy por encima del resto. Improvisaciones rocambolescas, arabescos preciosistas, escalas de gran dificultad: en las manos prodigiosas de Toumani todo brilla; fuera de ellas todo languidece.

 

Vicente Amigo en Fes – Foto realizada por Alvaro Feito

 

No se acabó aquí la contribución andaluza al legado «fasi», del que tan orgullosos se sienten los actuales habitantes de la más prodigiosa Medina del mundo islámico. El guitarrista Vicente Amigo, ya proclamado el más directo sucesor del inigualable Paco de Lucía, entregó su candidatura al efecto. Tiene todas las condiciones artísticas necesarias para lograrlo, aunque humanamente parece estar aun lejos del Maestro. Comprometido con la prensa a realizar una pequeña entrevista tras el recital, y en especial con este corresponsal, Amigo no hizo honor a su apellido y se pegó la gran espantada, dejándonos con las ganas de conocerlo un poco mejor (aunque con tal proceder también se retrató).

Su recital fue bastante interesante, en especial en su primera parte solista: «Córdoba», «Tangos del arco bajo», «Autorretrato», «Estación primavera», «Siguirilla», «Bulería». La segunda mitad, acompañado por gran Orquesta Sinfónica, adoleció de los defectos habituales de tal fórmula, muy propicia para lo enfático, lo «trascendente» y lo híbrido. Planteada como homenaje al excelso poeta gaditano desaparecido, Rafael Alberti, no faltaron momentos de rara intensidad y sensibilidad a flor de piel. Fragmentos de libros como «Pleamar», «Entre el clavel y la espada»…y homenajes del músico al vate: «Guajira», «Poeta en el viento», «El mar de tu sentir»… Sin duda un triunfo para el maestro de excelsas cualidades y regulares modales. (Gracias a Sylvie Publikart por su amable ayuda en desentrañar este complejo «set» de canciones).

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