El encanto acústico de Caetano y Byrne

Caetano Veloso and David Byrne - Live at Carnegie Hall

Live at Carnegie Hall” (Nonesuch, 2012)

Los estadounidenses son rápidos en ponerle etiquetas a los artistas que no conocen. Tienden a acudir al recurso de las analogías, igualando a artistas con sus contrapartes anglos. Tratan de colocar un referente que sirva para darnos una idea de quien se trata. A veces hacen el ridículo en esos intentos.

Caetano no tiene igual. Puede ser tierno, urticante, voraz. El bahiano es un compositor fecundo y astuto con un retablo de canciones que tocan los más diversa temática. Siempre en búsqueda, nunca cruzado de brazos, Caetano posee otra faceta vital: la de intérprete. Tiene ese encanto para darle nuevos giros a canciones rebuscadas. Les da vida nueva. Y esta entrega, con la cual comparte mitad de la velada con David Byrne, no es la excepción. Caetano inyecta siempre matices novedosos a sus canciones y las de otros reciben una nueva bendición.

Aquí se hace valer de la guitarra y es de los pocos artistas que con tan solo una guitarra puede desperdigar emociones diversas. En los primeros temas Caetano solo se vale de la guitarra para rasgar las candencia del bossa nova. El espiritu de Joao Gilberto se palpa en piezas como “Desde que o samba é samba” or “Corazon Vagabundo”, todas enmarcas en ese ambito intimista. Luego añade una percusion ligera y el violencello de Jaques Morelenbaum. Toda esta velada tuvo lugar en el 2004 en el Carnegie Hall de Nueva York.

La segunda parte del disco llega con David Byrne, que de paso no tiene esos encantos vocales propios de Caetano. En realidad, pocos lo tienen. Está muy lejos de ser ese intérprete que es Veloso. Sus méritos provienen de otros predios al ser nervio central de lo que fue Talking Heads. Byrne camufló los ritmos africanos en el pop de manera astuta. Y las letras, pletóricas de sarcarmos y crónicas de este mundo occidental, daban en el blanco. Dos de sus temas popularizados por Talking Heads, ”And she was” y “Life during wartime”, toma ligeros encantos con sus versiones desenchufadas. Al final, Caetano y Byrne unen esfuerzos en una interesante “Nothing, but the flowers” con momentos de espontaneidad, humor y gracia.

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