Adrián Iaies, “Un gato siempre tiene cinco patas”

Adrián Iaies

Vino al mundo con un piano bajo el brazo. Su vida es música, hasta tal punto, que dice no saber hacer otra cosa que tocar el piano. Verlo actuar es como asistir a un combate de boxeo.

Iaies (Buenos Aires, 1960) se concentra y balancea de un lado a otro del piano con rapidez, buscándole las cosquillas al músico que lo acompaña: propone nuevos acordes, nuevas situaciones a cada instante; disfruta enloquecido con ese momento de complicidad que nadie sabe cómo terminará. Definitivamente, lo suyo es jazz. Y eso le permite buscarle la vuelta a las canciones más populares del tango argentino. “Naranjo en flor”, por ejemplo, adquiere una dimensión desconocida que siempre estuvo ahí, y que Adrián supo ver. Así sucede con los standars [clásicos] jazzísticos que todos tenemos grabados en la cabeza, y que en el disco “ Round Midnight y otros tangos” (fíjense el atrevimiento del título) sacan a relucir su alma porteña.

Pasó por la madrileña sala Calle 54 acompañado de la cantante folklórica Liliana Herrero, que canta el tango como las grandes vocalistas de blues: desgarradoramente, desmenuzando cada palabra en sentimientos. Para este espectáculo cerró el cuarteto el contrabajo de Horacio Fumero y el bandoneón de Mercadante; dos ases en sus respectivos instrumentos. Escucharlo significa seguirlo en cada nota, en cada intervalo, en cada silencio. Requiere toda la atención del oyente. A cambio, participarán de un lenguaje seductor, original y divertido.

¿ Qué repertorio interpreta esta formación que viene a Calle 54?

Liliana está cantando conmigo de invitada aquí en Madrid. Tocamos sobre todo tangos y algunas músicas de un gran compositor de folklore argentino conocido como Gustavo Leguizamón “ El Cuchi”, uno de los referentes fundamentales del folklore de nuestro país. Y hacemos canciones de Fito Páez, que también es un compositor importante de la música popular Argentina… un poco de todo. Al tocar con Horacio Fumero, el contrabajista, y con Marcelo Mercadante, un gran bandoneonista, estamos aprovechando para mostrar algunos temas de los dos últimos discos míos: Round Midnight y otros tangos para Lola Records y Nocturna, un disco nuevísimo que acaba de salir en España para RCA. Aprovechamos para mostrar un poco de todo.

En Round Midnight y otros tangos figuran muchos temas populares ¿Te parece importante que el oyente conozca la pieza original?

A mí me parece interesante que el oyente conozca la pieza original porque por lo general son de una belleza insuperable. Me parece una bendición que la mayor cantidad de gente posible conozca las versiones originales de lo que nosotros estamos haciendo porque su origen, el jazz, es excesivamente bello. A mí me interesa hacer mis propias versiones, el hecho de que la gente conozca o no las versiones no le impide disfrutar de lo que hacemos, no es un elemento fundamental.

¿La comparación te parece interesante?

Es interesante en la medida en que es un juego. Cuando yo toco en Buenos Aires, donde tocás para un público que mayoritariamente conoce los tangos originales, hay un juego y una complicidad respecto a que ellos vean que vos estás haciendo algo muy diferente, con un tema que han escuchado toda su vida de un modo y de repente se encuentran que con algo que no tiene nada que ver.

La comparación por la comparación en sí, en un sentido competitivo, la verdad que no tiene mucho sentido. Lo que Liliana y yo intentamos a través de un repertorio popular y de una música que parte del mejor tesoro que tiene nuestro país, es construir nuestra propia identidad. Contar nuestra propia historia a partir de una música que es común a un montón de gente. No me interesa tocar “Soledad” como lo hacía Gardel, porque para eso ya lo hizo Gardel. Yo lo que quiero es usar ese “Soledad” para hablar de mi propio barrio y mi propia vida.

Imagino que Liliana a través de ti ha descubierto una faceta que ella misma desconocía.


Liliana, como artista talentosa y sensible, y como cualquier artista de estas características, está abierta a descubrir cosas nuevas que uno mismo no sabía que tenía. Uno todo el tiempo descubre que tiene elementos o herramientas con los que no sabía que contaba hasta que los tiene. Liliana no es una cantante de tangos, ella es una gran artista ligada al folklore, que es lo que conoce en profundidad. Tiene justamente esa ventaja, canta el tango sin los vicios que tienen las cantantes de tango. Liliana canta de un modo que a mí también me inspira tocar de otra manera. Si yo estuviera trabajando con una cantante de tango tradicional, probablemente terminaría tocando el piano como los pianistas de tango tradicional para poder amoldarme a eso. Lo interesante es el riesgo y el juego, y la búsqueda de algo diferente.

Ya que interpretas un tema de Michel Legrand, que tanta música ha compuesto para cine. ¿ En qué contexto cinematográfico lo incluirías?

El tema “ What are you doing the rest of your life” es de una película, de hecho. Toda la música de Michel Legrand es muy cinematográfica, muy visual. Pero por otro lado me parece que tiene una particular afinidad con el tango, especialmente con el tango más melódico y más romántico. Sobre todo desde el punto de vista de los acordes. Es uno de mis compositores preferidos. Además, como pianista del jazz, soy un adicto a Bill Evans, y Bill Evans tocaba mucha música de Legrand. Lo vengo escuchando de chico, y este tema en concreto desde que tenía quince años.

Puede musicalizar cualquier escena de un anochecer en Buenos Aires, Madrid o Nueva York. Tiene un clima de nocturnidad. A mí las películas que más me gustan son las que transcurren de noche. Me parece que la noche es más cinematográfica que el día.

¿Y “Años de soledad”?

Años de soledad es un tema que Piazzolla escribió para una película francesa que se llama “ Años de Soledad”, donde la actriz principal era Jean Moreau. Yo me enamoré de Jean Moreau a través de esta película ( ríe).

Piazzolla escribió bastante para cine. Tiene todo un repertorio para cine, que en algunos casos es una música muy linda. Es otra faceta suya no tan conocida.

¿Piazzolla es una influencia inevitable o has ido a buscarla?

Para cualquier músico argentino de mi generación, Piazzolla es una referencia inevitable, más allá del peso de su música, por su actitud. Cuando Piazzolla se metió en el tango lo transformó y dijo “a partir del tango se puede hacer otra cosa”. Había gente que lo hubiese llevado a la hoguera. Para todos los tipos de mi edad, que cuando Piazzolla empieza a hacer eso teníamos entre diez y veinte años, éramos estudiantes de música y teníamos toda esa vitalidad que creo que conservo, pero que uno la tiene sobre todo cuando es tan joven; Piazzolla era un gladiador. Era uno de los símbolos de algo en lo que yo creo: que un gato siempre tiene cinco patas. Lo que sucede es que hay que buscarla un poco, es más cómoda la idea de que un gato tiene cuatro patas. Piazzolla se pasó la vida buscándole la quinta pata al gato y se la encontró.

Sobre todo habrá influido a los bandoneonistas.

Cualquier bandoneonista en Argentina es hijo de Piazzolla.

En el disco se aprecia el uso de la mano derecha en el bandoneón, y no tanto de la izquierda. Se aprovecha mucho el potencial melódico y no tanto el armónico.

Hay muy pocos ejemplos de dúo con piano y bandoneón, porque son dos instrumentos armónicos compitiendo entre sí. En el jazz eso es un problema, porque uno nunca toca los acordes dos veces igual. Por ejemplo, en el jazz es raro encontrar formaciones de piano y guitarra, que también son dos instrumentos armónicos. Y como yo no reniego de tocar la armonía, lo que escribí para Pablo Mainetti ( el bandoneonista en el disco) es sobre todo un trabajo melódico, en todo caso a dos voces, pero hay poco acorde, cierto.

¿ Qué implicación emocional tienes con el piano?

Lo único que yo busco con el piano es eso, transmitir una emoción. No tengo el plan típico de jazz del músico que está vendiendo lo mucho que ha estudiado, cuántas escalas conoce, cuántos pianistas ha escuchado y en qué escuela americana estudió. El único interés que yo tengo con el piano es transmitir una emoción, es lo único que sé hacer.

¿Tocar el piano desde los cuatro años te hizo sentir diferente al resto de los niños?

No, porque yo estaba en un ambiente muy musical. Mi mamá es pianista y era profesora de piano, así que yo tenía mucho contacto con los otros alumnos y tuve una infancia en la cual había otros chicos que hacían música. A los diez años ya tenía una bandita de rock y lo único que me interesaba era tocar en esa banda y jugar al fútbol. Nunca tuve dudas de que iba a terminar haciendo esto. No tuve que hacer ningún curso de orientación vocacional (ríe).

Ya te he oído decir alguna vez que es lo único que sabes hacer, tocar el piano.

En mi caso es absolutamente cierto. Es lo único que sé hacer.

¿Qué ves cuando tienes el piano delante?

Es como una adicción. El piano me salvó la vida, si no tendría que haber trabajado, tendría que haber aprendido un oficio. Soy un tipo agradecido de saber hacer esto. Poder tocar el piano es una maravilla. Además, soy muy pianista, nunca he sentido la curiosidad de tocar otros instrumentos. He vivido en una casa con salas de ensayo y usualmente los músicos dejaban los instrumentos. Nunca tuve la curiosidad, por ejemplo, de probar cómo se ve el mundo desde atrás de una batería, o de agarrar un contrabajo. El piano me da todo lo que yo preciso.

Además, te dedicas intensivamente a la docencia.

Sí, y he tenido muchas satisfacciones. En Argentina el trabajo de dar clases ha sido un recurso al cual echa mano el músico cuando no encuentra trabajo, y ha estado un poco desvalorizado. Siento mucha satisfacción de dar clases y ver que alumnos que han empezado conmigo luego terminan haciendo de la música un oficio y pueden trabajar y valerse de ella para sobrevivir. Tengo varios casos de alumnos míos que han terminado estudiando fuera. Uno de mis alumnos más queridos es ayudante hoy por hoy de Lalo Schifrin escribiendo música para películas.

La profesión de maestro es una profesión sagrada. Un mal maestro puede hacer que alguien termine odiando la música. He recibido alumnos mayores que han dejado el piano por años, y en realidad luego descubren que no es que odiaban la música, sino que odiaban al malvado que estaba enseñándoles. Hay que tener mucho cuidado.

Compartes tus partituras en tu página web. ¿Buscas compartir tu música?

Sí, me parece algo interesante, es como un servicio para otros músicos. A mí me gustaría encontrar en la web de otros músicos partituras, y no es algo frecuente. Una vez me pasó una cosa muy interesante. Estaba colgada en mi web una partitura de un tema mío que se llama “Día de Reyes”, y un día me escribió un chico desde Tucumán, que es una provincia Argentina, diciéndome que había tenido la inconsciencia de rescribir la armonía del tema. Me mandó su versión y casi me caigo de culo, porque estaba bárbaro. Me pareció muy interesante que alguien se tomara el trabajo de hacer eso. Descubrí que funciona, que está bueno que las partituras estén ahí.

Además, si no lo haces así, el tema de la web, termina siendo sólo una vidriera, como una cosa de marketing. En realidad es algo por lo cual mucha gente te descubre y a partir de ahí puede tener el interés de profundizar en que lo que uno hace. Si un músico va a entrar, me gusta que pueda bajarse una partitura y estudiarla, criticarla o disfrutarla.

Alguna vez te he escuchado hablar bien de Chano Domínguez, quien además es discípulo de Bill Evans y Monk, como tú. ¿Te gustaría hacer algo juntos?

Ya hice algo con Chano, aprender. Lo que está haciendo con el flamenco es un trabajo increíble. Tenemos muchos puntos en común, porque él también tiene un acercamiento al jazz intuitivo, y eso es lo que le ha salvado de ciertos vicios, lo que le ha sacado el pudor de incluir en el jazz la música de su barrio y su gente: el flamenco. Estuve charlando con él un par de veces, nos hemos cruzado en festivales. Ojalá algún día se pueda hacer algo, cada vez que te juntas con un músico se aprende.

Es cierto su afición por estos pianistas. De todas maneras cualquier pianista más o menos ubicado tiene esas influencias. Bill Evans y Monk son dos polos que te ayudan a mantenerte equilibrado. La armonía y la sutileza de Evans, por un lado, y el sentido rítmico y la perfección de la melodía, por otro. Fíjate que en el caso de Monk casi nadie se atreve a modificar sus melodías porque son perfectas. Es algo que no pasa ni siquiera con Ellington. Evans y Monk para mí son claves.

Para Chano, Monk es un flamenco.

Yo le escuché decir a Danilo Pérez que Monk parecía hecho para la música panameña; Jerry González hizo un disco titulado  Rumba para Monk; y yo te digo que está hecho para el tango. Es obvio que Monk nunca fue consciente, ni le interesó saber el grado de universalidad que tenía su música. Pero es de las músicas más universales que hay. La música de Bach y de Monk, son de esos pocos ejemplos.

Le deseo la misma universalidad a tu música.

Yo no aspiro a tanto (ríe). Me conformo con que les guste.

Round Midnight y otros tangos ( Lola Records, 2003).

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