Madrid, España – (Manuel Domínguez, Nubenegra) En la primera noche de Womex, Mariem Hassan dio un concierto fabuloso. Intenso, variado, emotivo y alegre. Tal y como es Deseos, el disco que allí se presentaba.
Empezó con un «mawal» –introducción a capella- que planteó los derroteros por los que iba a discurrir la velada. Enseguida «Magat miltkina dulaa» y Mariem moviéndose con decisión entre los músicos, animándolos y provocando en ellos la complicidad necesaria para que todo funcionase al unísono. Jamás nos ha esclavizado otro estado ni hemos vivido bajo su protección, decía. Y ya, el blues, La tumchu anni, y Mariem deshaciéndose en un lamento amoroso: no me abandones.
El concierto siguió por sí solo. El baile de «Vadija» encandiló a todos. Mariem la jaleaba: Precioso es su sonreir; su sonreir es música. Mirarla es mi deseo y su desgracia es nuestra desgracia. Y tras «Sbar» –paciencia- llegó La intifada, su canción talismán. En el «mawal» la voz de Mariem sonó majestuosa, en toda su plenitud. Es una arenga llamando a la insurrección. Al entrar el ritmo la tensión acumulada se desborda y todos empiezan a moverse liberados de la carga emotiva. Como si naturalmente estuvieran listos para incorporarse a la revuelta que la canción describe.
Al final, en primera fila, varias mujeres bailan desenfadadas festejando el momento. Mariem está contenta, su cara la delata. La respuesta del público es extraordinaria. Abundan las sonrisas y también alguna que otra lágrima. El paso está dado. El reencuentro con la escena internacional, tras siete meses de ausencia, es todo un éxito.
Antes del concierto, la BBC le hizo una entrevista en la que se abordaron tanto cuestiones profesionales como las inevitables de carácter político, buscando su opinión sobre la última hora en el Sáhara.
En diciembre, Mariem tocará el 2 en Utrech y el 3 en Ámsterdam.