La segunda parte de la estancia del equipo de Mundofonías por tierras de Bengala es la que media entre la celebración del Fakiri Utsav, el festival de los faquires en la aldea de Gorbhanga, que tuvo lugar entre el 17 y el 19 de enero, y el Sufi Sutra de Calcuta, que comenzaba el 31 de enero y se prolongó durante tres días, del cual hablaremos en una siguiente crónica.
En esos días, pudimos descubrir Calcuta, sus grandezas y miserias… Calcuta es la maravilla de sus templos y una sorpresa constante de amables gentes y colores, pero también es pobreza y gente malviviendo en la calle. Estábamos en plena estación seca, por lo que la calidad del aire no era muy buena, con mucho polvo en suspensión y el humo del tráfico rodado… ¡Ah, el tráfico! Es una de las cosas más impactantes en la India y especialmente en ciudades como Calcuta: esa forma aparentemente aleatoria de conducir, la costumbre de tocar incesantemente la bocina y esos embotellamientos en los que coches, taxis, rickshaws, bicicletas y personas intentan avanzar a milimétrica distancia en un puzle móvil…
Muchas aceras están prácticamente tomadas por puestecillos de toda laya, donde se venden comidas, o se corta el pelo, o te puedes topar con las cosas más inesperadas, como, por ejemplo, una improvisada fragua donde se forja a martillazos el hierro candente. De este gigantesco conglomerado de contrastes, sorpresas, encantos y espantos, se agradecía escapar en ocasiones a las zonas rurales, especialmente para conocer las actividades tan únicas y maravillosas que tuvimos oportunidad de contemplar y que, gracias a labor de iniciativas como Banglanatak dot com, no han caído en el olvido y el abandono: han llegado a nuestros días y se proyectan con dignidad a las siguientes generaciones.
Las pinturas cantadas del patrachitra
Por ejemplo, el arte del patachitra, en la aldea de Naya, una aldea de pintores a algo más de 100 km al oeste de Calcuta. En esta comunidad es costumbre realizar coloridas pinturas sobre grandes telas que se enrollan. Los distintos colores que se utilizan se extraen a partir de hojas, frutos y otros elementos totalmente naturales que se dan en la zona.
Suelen representar historias y narraciones que constan de diferentes escenas, a veces separados como si fueran viñetas de un cómic. Algunos motivos y relatos se repiten, como la boda de los peces, en la cual los peces bailan, festejan, comen arroz y tocan instrumentos… Pero al final llega el pez grande, tan enfadado por no haber sido invitado que empieza a comerse a los demás convidados.
Otras historias hacen referencia a los relatos épicos de la vida de los dioses, plasmados en los textos sagrados del Ramayana o el Mahabharata, lo cual es curioso, dado que esta comunidad es musulmana, pero siguen conservando el relato de las historias del panteón hinduista.
A la vez, otras nuevas historias se van añadiendo, como la del Titanic (la referencia es, claro, la película de 1997), los atentados del 11-S, o el tsunami del 2004.
También el patachitra se ha incorporado a la novela gráfica, con las ilustraciones de Manu Chitrakar para el libro I see the promised land, que narra la vida y la lucha de Martin Luther King.
Algo muy peculiar del patachitra es que estas historias, estas pinturas, se cantan. Mientras canta, el artista (o la artista, ya que muchas de ellas son mujeres) va desenrollando la tela y señalando los personajes que son mencionados y las escenas que se van sucediendo, como se puede observar en los vídeos. Allí en Naya nos cantaron la boda de los peces, la historia de Rama y Durga, la de Krshna y Radha, la del hundimiento del Titanic, las felonías de Bin Laden…
Es este un arte que nos recordaba a los antiguos ciegos andantes de nuestras tierras, que iban de pueblo en pueblo cantando y vendiendo las historias de los pliegos de cordel. De hecho, nos decían que, hace algún tiempo, los cultivadores del patachitra vivían prácticamente como mendigos. Salían a vender sus pinturas y cantaban sus canciones por lo que les quisieran dar, como aquellos ciegos andantes. Pero hoy en día, los habitantes de Naya, pertenecientes a la comunidad patua o chitrakar, disponen de un centro de recursos impulsado por Banglanatak dot com y realizan actividades pedagógicas para que los más jóvenes y las más jóvenes (de nuevo predominan las chicas) aprendan y perfeccionen este arte tradicional que se ha convertido en un digno medio de vida para muchos.
Ya se han realizado exposiciones de patachitra de Bengala en otros países y algunos artistas incluso están empezando a ser reconocidos en el circuito artístico internacional, como Anuwar Chitrakar. La comunidad también trabaja en la continuidad de este arte, como pudimos comprobar asistiendo a la clase colectiva al aire libre, sobre unas simples lonas y telas dispuestas sobre el suelo, en la que participaban unos 70 niños y niñas de entre 3 y 14 años.
La danza chau de Purulia
Otra de las expresiones artísticas tradicionales con la que se está trabajando en estas tierras es la danza chau (o chhau, como también aparece en muchas ocasiones) de la zona de Purulia, a algo más de 200 km al oeste de Calcuta, una curiosa y antigua danza de máscaras dramatizada. Se trata de otro ejemplo que nos muestra cómo la revitalización y revalorización de este arte tradicional da la oportunidad de ganarse la vida a un montón de gente, desde los propios bailarines y músicos hasta los artesanos que construyen las máscaras y los trajes.
En nuestro recorrido pudimos observar las distintas fases y personas que intervienen para que esta expresión artística sea una realidad. Empezamos por el resultado final, es decir, contemplando la representación de esta danza chau en un entorno realmente magnífico, junto a los milenarios templos de Deulghata.
En el apartado musical intervienen instrumentos como el tambor doble dholak y el gran tambor dhamsa, que es el que va marcando la pauta del desarrollo de la historia, maracas metálicas y, en la parte melódica, el oboe shehnai, así como los breves cantos que suelen anticipar los siguientes movimientos de los bailarines. Estos últimos ejercen diversos pasos e interacciones, incluyendo movimientos acrobáticos, saltos y volteretas, para representar las añejas historias de encuentros y desencuentros de las muchas divinidades del panteón hindú: Durga, Rama, Ganesha, Kartik…, que son recreados con vistosas vestimentas y máscaras.
Después de contemplar esta soberbia representación, a cargo de la Anwesha Chau Academy dirigida por Dhananjay Mahato, visitamos la villa de Charida, donde se congregan muchos de los artesanos que elaboran las máscaras usadas en la danza y que son confeccionadas con papel, alambres, plumas de pavo real y cualquier elemento que aporte colorido y vistosidad. Estos artistas también se ocupan de construir estatuas para las muchas festividades religiosas en honor a las diversas divinidades. En aquellas fechas estaban especialmente atareados haciendo imágenes de Sarasvati, dado que en pocos días se iba a celebrar la Saraswati puja, la fiesta en honor de esta diosa en Calcuta.
Finalmente pudimos asistir al momento en que esa tradición se transmite, en los ensayos en pleno campo de los jóvenes danzarines de la aldea de Maldi, ejercitando los movimientos de la danza al compás del dhamsa de Jagannath Choudhury. Dos grupos de bailarines, uno de chicos y otro de chicas, nos mostraron sus progresos y nos dejaron con la grata sensación de que el futuro de esta tradición está asegurado, como prueba también la abundancia de sus practicantes en la actualidad. Muestra de ello es el elevado número de grupos participantes, nada menos que 30, en el último Chau Utsav, el festival de chau celebrado en diciembre del 2013 en el centro de recursos de Bamnia.
Estas fascinantes expresiones artísticas tradicionales, el patachitra y la danza chau son solo unas pocas de las muchas muestras de artes populares que todavía sobreviven y que están siendo impulsadas con el excelente trabajo que está realizando Banglanatak dot com, apoyando el desarrollo de las comunidades rurales de Bengala Occidental y del vecino estado de Bihar a través precisamente de estas artes tradicionales, y, a la vez, contribuyendo a su mantenimiento y dignificación. Una labor que, bajo el lema de “arte para la vida” ha conseguido conjugar el efecto beneficioso que el mantenimiento y cultivo de estas expresiones tiene para los amantes de la cultura tradicional y de las artes en general, al mismo tiempo que ha proporcionado un medio de vida para miles de personas en estas comunidades rurales del este de la India, muchas de las cuales estaban entre las más desfavorecidas y olvidadas, permitiéndoles también el acceso a unas condiciones de vida mejores en cuanto a educación, alimentación y salubridad.
Programas especiales en Mundofonías:
– Mundofonías: Viaje a Bengala
– Mundofonías: Crónicas de Bengala I
– Mundofonías: Crónicas de Bengala II
Estimado Sr Vázquez, yo trabajo en la Queensland Art Gallery / Galería de Arte Moderno de Australia. Actualmente estamos organizando una exposición de Arte Indígena y Vernacular de la India, que incluye Patachitra de Bengala Occidental. Me gustaría usar dos de sus fotografías en el catálogo. ¿Puedes por favor comuníquese conmigo al abigail.bernal@qagoma.qld.gov.au. Muchas gracias.
Dear Sr Vázquez, I work at the Queensland Art Gallery / Gallery of Modern Art in Australia. We are currently organising an exhibition of Indigenous and Vernacular Art from India, which includes patachitra from West Bengal. I would like to use two of your photographs in our catalogue. Can you please contact me at abigail.bernal@qagoma.qld.gov.au
Thank you,
Abigail