Contra viento y pandemia, 55 Festival de Jazz de San Sebastián

De milagrosa puede calificarse la celebración de la 55 edición del Jazzaldia 2020, habida cuenta de la desastrosa situación social y sanitaria debido a la amplia extensión de la pandemia del Covid 19, que tantos estragos físicos y emocionales ha dispensado ya desde el mes de marzo. Un panorama que, a nivel de mayo o junio, no hacía presagiar nada bueno respecto de la posibilidad de actos culturales/musicales en algunos ámbitos abierto (Plaza de la Trinidad, espacios al aire libre en el entorno del Kursaal), o cerrados (teatro Victoria Eugenia, museo San Telmo), eso sí, con limitaciones indispensables como distancia de seguridad entre los asistentes o mascarilla obligatoria para todos ellos.

Pero el milagro se consumó y el Jazzaldia, dirigido con entusiasmo indesmayable por Miguel Martin, ampliamente arropado por una legión entusiasta de colaboradores y voluntarios diversos pudo al final celebrarse, con un programa doméstico y modesto pero totalmente encomiable, habida cuenta de las circunstancias. El saldo final no puede sino considerarse de éxito total y casi inesperado, hasta el punto de situar esta 55 edición a la altura de algunas de las mejores de su historia, y desde luego, la más heroica de todas ellas.

El festival otorgó este año tres Premios Donostia Jazz, al saxo y flautista madrileño Jorge Pardo, al pianista/teclista donostiarra Iñaki Salvador y al igualmente pianista andaluz Chano Domínguez. Justamente, los conciertos por ellos ofrecidos, en plan solista, en dúo o grupal fueron, muy por encima del resto, los momentos musicales más memorables de la edición. En concreto, Pardo y Salvador se marcaron una exhibición de buen hacer, de erudición jazzística y, muy en especial de compañerismo y complicidad artística. Como si actuasen en su propia casa (y así era, en más de un sentido) complementaron su prestación con buen rollo, divertidas presentaciones y alusiones varias a sus largas y triunfales carreras. Un  concierto sobresaliente de un dúo (complementado con contrabajo y batería).

Aunque Jorge Pardo fue uno de los adelantados y pioneros del jazz flamenco, allá por los años 70 del siglo pasado, que le llevó a actuar al lado del inmortal Paco de Lucia o de vocalistas tan notables como Pedro Ruy Blas (al tiempo que también trabajaba en unión del célebre Chick Correa), en esta ocasión la saludable llama del jazz aflamencado, fue defendida con mayor vigor por Chano Domínguez, un teclista de una elegancia suprema y conocedor igualmente de mil vericuetos estilísticos y rítmicos.

Pero el Jazzaldia había comenzado un día antes de una manera más que prometedora: admirable. Nada menos que un homenaje al gran Charlie Parker, y, más sorprendentemente todavía con la rendición completa que míster Byrd realizó en Montreal en 1953, dos años (por cierto) antes fallecer prematuramente. El quinteto del catalán Perico Sambeat hizo el prodigio, con un «set» repleto de respeto, admiración y altura estética.

Paradójico, cuando menos, fue que las tres actuaciones y presencias menos jazzísticas en el festival, las de la inocua Silvia Pérez Cruz, el bolerista Salvador Sobres y la fadista Mariza (homenaje a la inolvidable Amalia Rodrigues) fueran los recitales más solicitados, hasta el punto de agotar todas sus localidades. Una contradicción no por esperada menos incomprensible.

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