Uno de los más prestigiosos festivales de Música Antigua de España acaba de cumplir los 50 años. En la bella localidad navarra de Estella, entre puentes medievales e iglesias románicas, se ha celebrado una edición más de este certamen, con una más que notable asistencia de público (entradas agotadas) y un nivel artístico fuera de lo común.
Solistas como Antonio Baciero (piano), José Miguel Moreno (laúd), Isabel Villanueva (viola) y agrupaciones legendarias como Europa Galante, The Tallis Scholars (Palestrina, Renacimiento italiano), Raquel Andueza y La Galanía (Monteverdi) o el Ensemble Diatessaron engalanaron un festival que también ofreció las actuaciones de Los Campaneros de la Catedral de Pamplona, la música de los juglares y ministriles a cargo del Ensemble Danserye, la Orquesta Sinfónica de Navarra o el espectáculo Voces a Cuatro, con la presencia «a capela» de Carlos Mena, Jone Martínez, Víctor Cruz y Diego Blázquez.
Pero la culminación de tan excelso programa no podía sino venir de la mano del catalán universal Jordi Savall, acompañado para la ocasión por el gran percusionista madrileño Pedro Estevan (fundador de aquella mítica Orquesta de las Nubes de los años 80 del pasado siglo).
Savall, después de la extraordinaria obra «Las rutas de la esclavitud» brindó en esta ocasión una suerte de indagación/recuperación de antiguas músicas orientales y arábigas, ofreciendo un pasmoso recorrido por sonoridades ancestrales de Marruecos, Afganistán, Armenia, Israel y del antiguo Imperio Otomano. «Diálogos entre las músicas instrumentales de la antigua Hispania cristiana, judía y musulmana», pasando por la Italia medieval. ¿Se puede pedir más para los buenos aficionados, los diletantes, los curiosos o los meramente admiradores de Jordi Savall?
Con su habitual rigor y precisión en la viola de gamba y al violonchelo, este insigne erudito y consumado maestro y virtuoso contó ahora con la inestimable ayuda de un percusionista fuera de serie, Pedro Estevan. Ambos dos construyen un tejido sonoro que te envuelve de principio a fin, te transporta a los cielos estéticos y eleva tu ánimo para acercarse, mejor dicho, incrustarse en algo parecido al éxtasis. La belleza, que diría Luis Eduardo Aute.
foto de cabecera: Ensemble Diatessaron