Lee Ritenour
“A Twist of Rit” (Concord Records)
Existe un jazz contemporáneo, ese que se escudaba y se escuda en el jazz descafeinado, que quiere sacudirse de las trampas de la ligereza. Y son esos mismos exponentes de ese manido jazz ligero que se percatan que esta música tan mecánica y tan predecible necesita revitalizarse. Muchos oyentes –es complicado medir el impacto de la música con tantos medios actuales de distribución- la relegan. Indicios hay de un despertar aunque queden en tímidos intentos.
Lee Ritenour trata de sacudirse de ese laste con “A Twist of Rit”. El guitarrista retoma piezas ya grabadas años atras de una carrera de más cuarenta años e intenta inyectarle nueva savia. Ritenour tiene un legado que le da derecho a repasar su carrera. Porque nadie fue como Miles Davis que no miraba hacia atrás. Para Miles, lo mejor era lo que no había compuesto todavía y no era de hacer lecturas nuevas de su legado.
En “A Twist of Rit” laten unos temas bien recargados y con gran intercambio de energía entre sus instrumentistas. Palpable desde el primer momento en que uno toca este álbum. Entre ellos, “Wild rice”, que alardea una volátil guitarra eléctrica de parte Lee, seguida de fascinantes solos del saxofonista tenor Ernie Watts y efectos del sintetizador de John Beasley. Todo descansa sobre un paisaje armónico sugerente y lleno de detalles desde un trombón y una aguda percusión. “Countdown”, es otro tema bien logrado, parece un tren en rápido devenir con un pulso bailable llamativo.
Otros temas saben duplicar la vitalidad de Wild Rice pero en otros tempos menos vertiginosos. Desde un funky “A little bit of this and little bit of that” con armonías provocantes, una vez más resaltadas con sección metálica precisa.
Otra gran porción de la jornada, son 14 temas, no tiene esa cualidad de la sorpresa, son pálidos, sin conversaciones animadas de sus partes. O tal vez esa sea la idea, como para decorar una sala de espera.
Y he aquí donde este relanzamiento de este jazz contemporáneo adolece de mayor impacto. El álbum en su totalidad debiera tener ímpetu y no piezas dispersas. Una vez la industria disquera nos metió gato por liebre. Hoy hay mucho de donde elegir y otras músicas se pueden ver condenada al olvido.