Mientras que el verano en Madrid agobia a los ciudadanos con el calor implacable, la oferta cultural de la capital se vuelve cada día más interesante y así complica la decisión de abandonar la ciudad por las vacaciones.
El julio empezó con la IV edición del Clazz, el festival del latin jazz itinerante, que este año reunió a los artistas de la talla de Michel Camilo, Giovanni Hidalgo y Paquito de Rivera, quien cerró el festival con el concierto memorable, acompañado por el Quinteto Cimarrón y Pepe Rivero´s Touch of Clazz.
Paquito de Rivera posee dos talentos mayores: el talento musical incuestionable y el don de descubrir a unos músicos estupendos. La idea de juntar en el escenario a un quinteto de cuerda con el Chopin jazzístico de Pepe Rivero fue una de las mejores muestras de su instinto musical acertado. Entre las cuerdas, percusiones, el piano y la trompeta, Paquito de Rivera se sentía como pez en el agua, dirigiendo a su orquesta, tocando, bailando y, de vez en cuando, inundando la sala con su risa contagiosa.
Hubo dos secretos que nos reveló el músico esta noche: que Chopin era realmente de Matanzas, mientras que Mozart era de Nueva Orleans. Al escuchar las versiones cubanas de los clásicos, percibimos claramente lo que quiso decir. Igualmente, hemos entendido porque, según dijo el clarinetista, el nuevo disco de Pepe Rivero, Los Boleros de Chopin, era su álbum preferido.
Talentoso y todavía no tan conocido como merece, Pepe Rivero acertó en sus arreglos de las composiciones de Chopin, haciéndolas brillar en la forma nueva, vestidas de los ritmos cubanos. El mismo Paquito, de acuerdo con sus observaciones acerca de la proveniencia de Mozart, dio una muestra de su virtuosismo, sacando el blues de donde lo afirmó notar: en el segundo movimiento del Concierto para clarinete de Mozart.
El repertorio incluyó la música tradicional cubana: el Quinteto Cimarrón, con el primer violín de Eduardo Coma arrebatador, se aventuró a presentar los danzones y contradanzas en la mejor interpretación. Los acompañó el clarinete de Paquito, en algunas piezas la percusión afrocubana de Yuvisney Aguilar, en otras, el sinfín de instrumentos que se encontraban en el escenario. La energía incesante llegó a lo máximo cuando Giovanni Hidalgo, el maestro de la percusión, volvió al escenario un día después de su propio concierto para lucir en la joya del jazz, “The Night in Tunisia”.
Bajo la batuta de Paquito de Rivera, los componentes de grupos tan distintos dieron un concierto original, del más alto nivel. Sin abandonar sus personalidades musicales consiguieron encontrar un lenguaje mutuo que pudiese contener las visiones propias de cada uno, a la vez floreciendo en este encuentro musical único.