Acoustic Alchemy
“Roseland” (Heads Up, 2011)
Los británicos Acoustic Alchemy tienen 25 años dedicado a la música desde su primer disco. Han habido cambios incluyendo el fallecimiento de uno de sus integrantes. Y lo musical también ha incursionado hacia otros colores musicales. Donde siempre han merodeado es en el renglón del jazz contemporáneo o jazz descafeinado. O más bien para otros, se mueven en esos confines de música instrumental proclive a caer como música de fondo.
Las críticas son validas y no lejos de la verdad, pero conceptualizar su oferta alrededor de la guitarra acústica le ha dejado dividendos. Acoustic Alchemy logra llevar la guitarra acústica a otro esfera del gusto y aceptación. Y las produciones, además, son implecables, adquiriendo un sonido filoso y cristalino. En “Roseland”, la guitarra acústica se contrapone a la eléctrica, y una amplia sección de metales adorna y afila el sonido. Encima, todo navega sobre un repertorio original como “Templemeads” que exhibe fachada de balada rock, no solo elocuente con la electricidad de la guitarra sino palpable con la batería,no si antes tener una apertura serena y tierna.
El teclado Hammond ejecutado por Ricky Peterson se lía con la guitarra acustica de Greg Carmichael en “Marrakesh” con intrigante contraste. Un bajo ondulante crea suspenso y anticipación en “Marcus” con la guitarra eléctrica de Miles Gilderdale creando contrapeso. “Roseland” exhibe refinamiento y variedad con momentos mecánicos y frios pero escapa de ser una eterna bostezada.