Autora: Jamila Castillo.
A propósito de la presentación del disco «Candombe influenciado», por José Reinoso grupo. Celebrado el jueves 7 y viernes 8 de octubre, 2005. Sala Jamboree, Plaza Real 17, Barcelona.
Como en las viejas salas de cine, podías terminar viendo la primera «secuencia» del segundo pase. Era el concierto presentación del disco Candombe influenciado, a cargo del grupo del pianista uruguayo José Reinoso. Yo abandoné la butaca en «Salsita para Luis», porque como sucede con las películas que calan, tuve la pretención o instinto de volver al día siguiente, para asombro de la taquillera del Jamboree.
Perplejidad al fin y al cabo. Pese los aplausos densos, hipnotismo. Resistencia natural a salirme. Si bien existen bandas sonoras para películas, la música de Candombe influenciado, según fue hilvanada, induce a un ineludible metraje. Sucede con la verdadera música, deja de serlo para convertirse en otredad.
Al punto de aceptar el «visible» desnivel entre la sonoridad armónica y rítmica. Tal la elegancia de Reinoso, involucrado en escuchar los particulares decires. De «la banda de sus sueños» (Raynald Colom, trompeta; Hernán Flores, bajo; Salvador Toscano, batería y Nicolás Arnicho, percusión.)
Reinoso ha escrito una música para el consenso. Se divierte, observa tanto como si se jugara los cuartos en una mesa de azar. Le ha nacido ésta de un recóndito espacio en su cuerpo. Los hijos se le filtran entre los dedos de las manos, dedos sin anillos que no pesan. Es un pianista tan influenciado, políglota, demasiado parecido a sí mismo. Elude citas, aflora su sonrisa media luna, caritas con cierto malditismo lo liberan de esa onerosa carga tan vista en los músicos-promesa del jazz habitual.
Lozano, locuaz, loco y elegante; el pianista. Pocos nos logran llevar a ese viaje interior ( «Inner voyage»), al que émulos pretenciosos como Gonzalo Rubalcaba han apelado.
Resulta sano que los «novos uruguayos» lleguen al jazz latino así, y lo premien. Hernán Flores, un bajista argentino totalmente sensible al pulso vital de Reinoso. Toscano, batería contestatario, ¡pero alguien tenía que alzar la voz en esta reunión de hombres de negocios! Raynald Colom, «el metro sexual de la banda»; capaz de dejar colgado su corazón en el mástil del micrófono. Nicolás Arnicho, bienvenido desde la República oriental para hacer patente las raíces africanas de esta música.
La foto de tapa de Candombe influenciado es un plano favorecedor del rostro del artista: contraluz con barba de dos días. Casi un detalle, porque de infinitos, sutiles, deliciosos detalles está hecha esta progresión de ilusiones sonoras. Al reverso se acerca José trayendo equipo de mate. Ni tan guapo, ni tan listo, ni tan virtuoso; pero si, absolutamente cautivador.
Próximos conciertos:
14 octubre Jazz Cava De Terrassa (Tarrasa) 22:30
15 octubre Sunset Jazz Club (Gerona) 22:00
Del 24 al 31 de octubre Café Central (Madrid) 22:30