Crónicas de Bengala III: Festival Sufi Sutra

El parque Mohar Kunj, preparado para el Sufi Sutra - Foto Juan Antonio Vázquez
El parque Mohar Kunj, preparado para el Sufi Sutra – Foto Juan Antonio Vázquez

El Festival Sufi Sutra de Calcuta llegaba en este 2014 a su cuarta edición, presentando al público de la capital bengalí una buena muestra de grupos del propio estado de Bangala Occidental, de otras partes de la India y una serie de formaciones internacionales. Este año, por primera vez, este evento saltaba las lindes de Bengala Occidental para convertirse en un festival itinerante, ya que los grupos participantes viajarían después a Patna, la capital del vecino estado de Bihar, y a Delhi, en el corazón de la India.

Este festival, impulsado por la organización Banglanatak dot com, tiene como uno de sus objetivos poner en conexión a los artistas locales, especialmente aquellos procedentes de zonas rurales, de los estratos más bajos y los sectores tribales tradicionalmente más marginados y empobrecidos, con artistas internacionales, con músicas de otras culturas, de manera que surja un mejor conocimiento y mutuo enriquecimiento.

Como ya hemos comentado en esta serie de crónicas, el trabajo de Banglanatak dot com está fuertemente comprometido con los artistas de las zonas rurales y los pueblos indígenas para conseguir que por medio de ese tesoro que es la cultura y las artes tradicionales, ellos puedan obtener una manera digna de ganarse la vida y salir de la pobreza y la marginación.

 

Los faquires de Grobhanga en escena - Foto Juan Antonio Vázquez
Los faquires de Gorbhanga en escena – Foto Juan Antonio Vázquez

 

Otro de los objetivos de Sufi Sutra, como nos comentaba Amitava Bhattacharya, responsable de esta organización, es mostrar Calcuta como una ciudad abierta, que merece ser conocida y que, a su vez, también merece conocer otras realidades, ofreciendo para ello oportunidades como este festival totalmente gratuito y abierto a todo el mundo. Hay que hacer notar que aunque aparezca la alusión al sufismo en el propio nombre del festival, no es un concepto excluyente, y, si bien tienen importante cabida las expresiones musicales con contenido más místico o espiritual, esa concepción bengalí del sufismo que lo vincula a la vida, a la música, a la danza, a lo corpóreo y a la celebración hace que encajen perfectamente otro tipo de propuestas, como las que llegaron desde la Península Ibérica y que más adelante comentaremos.

El festival se desarrolló a lo largo de tres días, entre el 31 de enero y el 2 de febrero, en el parque Mohar Kunj de Calcuta. Por la mañana tenían lugar los talleres, en los que los distintos grupos internacionales mostraban y explicaban su música, sus instrumentos y sus danzas, mientras que al atardecer era el momento de los conciertos en el escenario grande. Quizá el más animado de esos talleres fue el de los portugueses Mu, que, con el excelente oficiante que es el Hugo Osga, haciendo de las suyas por en medio del gente, consiguió poner al público indio a bailar danzas tradicionales del norte de Portugal, perfectamente dispuestos en hileras y en círculos.

El grupo portugués Mu hechizo al público de Calcuta - Foto Juan Antonio Vázquez
El grupo portugués Mu hechizo al público de Calcuta – Foto Juan Antonio Vázquez

 

La apertura oficial del festival consistió en una interpretación a cargo de un nutrido combinado de componentes de los distintos grupos participantes, que se reunieron para tocar una pieza conjuntamente, entrelazando voces e instrumentos en creciente intensidad: los cantos nórdicos, los aires flamencos, las sinuosas melodías de la India y otros ingredientes juguetearon así durante unos diez minutos.

 

El trío de Agustín Carbonell 'El Bola '- Foto Juan Antonio Vázquez
El trío de Agustín Carbonell ‘El Bola ‘- Foto Juan Antonio Vázquez

 

A continuación le llegaba el turno el equipo local: el grupo de faquires baul bengalíes que, en diversas combinaciones, ya nos habíamos encontrado en el Fakiri Utsav de Gorbhanga y en otros eventos durante los días anteriores: Golam Fakir, Babu Fakir, Arjun, Shyam, Akkas… La aparente espontaneidad de su actuación, la alegría en el rostro de los músicos y sus ganas de fiesta y celebración, así como el modo en que iban tomando el relevo las voces solistas en el escenario, nos acercaban ese fluir natural de los mela, las veladas y encuentros de estas músicas, como el que vivimos días antes en Gorbhanga.

 

Ranjhan Ali Qawwal and Party, desde Punyab - Foto Juan Antonio Vázquez
Ranjhan Ali Qawwal and Party, desde Punyab – Foto Juan Antonio Vázquez

 

Después vino la actuación del grupo iraní Win-Bang, que interpretaron diversas piezas de distintas partes de su país, especialmente del área occidental. Una instrumentación clásica de kamanché, tambur, daf y tombak arropaba la delicada voz de la cantante Sahar Lofti.

 

Wing-Ban, desde Irán, en uno de los talleres matinales - Foto Juan Antonio Vázquez
Wing-Ban, desde Irán, en uno de los talleres matinales – Foto Juan Antonio Vázquez

 

El taller de los iraníes Win-Bang contó con esta pícara asistente - Foto Juan Antonio Vázquez
El taller de los iraníes Win-Bang contó con esta pícara asistente – Foto Juan Antonio Vázquez

 

Tras ese remanso de placidez musical llegó el vendaval sonoro de los portugueses Mu, con su indefinible y enigmática música que coge retazos e influencias de aquí de allá, destacando la presencia de elementos balcánicos y de su propia tierra, en un formato totalmente acústico, pero con una actitud muy rockera y enérgica. Entre los muy competentes músicos del grupo destaca la presencia escénica del impulsor del proyecto, Hugo Osga, con su look entre punk y circense, esgrimiendo su principal instrumento que, curiosamente, es de procedencia india: el bulbul tarang, una curiosa cítara con teclas. A su vez, la cantante Helena Madeira, con su amplio registro, su simpatía y sus hermosas danzas, encantó también al público calcutense, que en las últimas piezas llegó a ponerse de pie y bailar, algo que no había ocurrido hasta aquel momento.

 

Hugo Osga con sus Mu hizo pasar un consiguió poner a bailar danzas portuguesas al público calcutense - Foto Juan Antonio Vázquez
Hugo Osga con sus Mu hizo pasar un consiguió poner a bailar danzas portuguesas al público calcutense – Foto Juan Antonio Vázquez

 

Al día siguiente, el 1 de febrero, le tocó abrir al equipo español (en la difusión del festival aparecía reflejada con mucha más frecuencia la procedencia o nacionalidad de los grupos que el propio nombre de estos), que no era otro que el trío de Agustín Carbonell, “El Bola”. Maestro de la guitarra, este madrileño trotamundos dejó impronta de su arte en las seis cuerdas y también en el cante, acompañado de Pablo Domínguez al cajón y otras percusiones, junto con el baile de Tamar González.

 

El Bola intercambia instrumentos con Sandip Samaddar - Foto Juan Antonio Vázquez
El Bola intercambia instrumentos con Sandip Samaddar – Foto Juan Antonio Vázquez

 

Después pudimos disfrutar con la música qawwali venida desde el Punyab, a cargo de Ranjhan Ali Qawwal and Party, un grupo de tradición familiar que el cantante principal Ranjhan ha ido formando con sus hermanos y sobrinos. Una tradición que ahora está continuando con sus hijas, ampliando la práctica del qawwali hacia las mujeres, lo cual siempre es de alabar. La actuación fue impecable, tanto por parte del corpulento Ranjhan como del resto del grupo, que también destacaron en sus apasionadas interpretaciones vocales. Además del habitual acompañamiento de armonio, coros y palmas, se hacía curiosa la discreta inclusión de los sonidos sintéticos de un pequeño kit de percusión electrónica.

Muy diferente en intensidad e interés fue la actuación de los representante bangladesíes Arnob & Friends, en cuya propuesta las esencias musicales bengalíes que habíamos apreciado en su esplendor con los músicos faquires baul del lado occidental de Bengala quedaban deslavazadas en una propuesta deliberadamente más comercial.

Y llegamos a la tercera jornada del festival calcutense, que se abrió, como siempre a las 6 de la tarde, con el grupo Barkbröder Extended, desde Suecia, una formación un tanto improvisada que nos brindó buenos momentos instrumentales y vocales, con timbres de zanfona, niquelarpa, saxo y violín, y también algún solo excesivo con un aparatoso y poco versátil pandero sami.

 

Taller de los suecos Barkbröder Extended - Foto Juan Antonio Vázquez
Taller de los suecos Barkbröder Extended – Foto Juan Antonio Vázquez

 

Después le llegaría el turno a otra propuesta de procedencia nórdica, aunque con estética bien distinta: Radiant Arcadia. Se trata de un grupo de mujeres de la que podríamos llamar la “Dinamarca de las tres culturas”, donde se congregan intérpretes de procedencia cultural cristiana, musulmana y judía. Interesante por momentos y un tanto meloso también a veces, su recital nos fue llevando hasta el final del festival.

 

El concierto de Shakoor Khan Sufi, desde Rayastán, fue uno de los mejores momentos - Foto Juan Antonio Vázquez
El concierto de Shakoor Khan Sufi, desde Rayastán, fue uno de los mejores momentos – Foto Juan Antonio Vázquez

 

La última actuación nos rescató de las nubes de ese buenrollismo un tanto bucólico para ponernos enseguida con los pies en la tierra, con la sacudida vital de la música del grupo de Shakoor Khan, desde el Rayastán. Excelente y vibrante actuación de este conjunto, conocido como Shakoor Khan Sufi, que nos acercó las tradiciones musicales centenarias de los mangniyars o manganiars, cantores populares del Rayastán occidental. Especialmente hipnóticas fueron las interpretaciones con la doble flauta algoza y otros instrumentos de viento. Seguidamente, una representación de muchos de los grupos participantes salió al escenario para poner el broche en forma de multitudinario finale.

 

Amitava Bhattacharya, uno de los directores de Banglanatak dot com y del Sufi Sutra, dirigiéndose al público - Foto Juan Antonio Vázquez
Amitava Bhattacharya, uno de los directores de Banglanatak dot com y del Sufi Sutra, dirigiéndose al público – Foto Juan Antonio Vázquez

 

Y aunque los grupos seguían, como ya comentábamos, camino de Patna y Delhi, a nosotros ya nos tocó volver a casa con la imaginación llena de todos los colores, impresiones, nuevas amistades… y músicas que nos encontramos en tierras de Bengala.

 

Músicos de los diversos grupos y países participando en el finale - Foto Juan Antonio Vázquez
Músicos de los diversos grupos y países participando en el finale – Foto Juan Antonio Vázquez

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