Los pianistas Chucho y Bebo Valdés, doctores ‘Honoris Causa’ del Berklee College of Music de Boston

Bebo Valdés y Chucho Valdés
El jazz latino obtendrá el máximo reconocimiento académico del Berklee College of Music de Boston cuando el día 7 de mayo los pianistas cubanos Bebo Valdés (Quivicán, La Habana, 9 de octubre de 1918) y Chucho Valdés (Quivicán, La Habana, 9 de octubre de 1941) sean investidos doctores Honoris Causa por esta universidad norteamericana.

Como ya ocurriera el pasado año, cuando el distinguido fue el guitarrista gaditano Paco de Lucía, la institución estadounidense ha formalizado la propuesta de Eduardo Bautista, presidente ejecutivo de la Sociedad de Autores y miembro del Consejo Rector (Board of Trustees) de Berklee, que ha puesto su empeño en poner de manifiesto y fomentar el interés académico por las músicas hispánicas y latinas.

“Nos hace muy felices. Es un homenaje al jazz latino, a la música cubana, a la música de la calle y a la música en sí”, ha declarado Bebo Valdés nada más conocer la noticia. Por su parte, Chucho Valdés subraya que “le da una dimensión más grande a la música latina. Es el sueño dorado para un músico. Queremos destacar la ayuda y el apoyo de Eduardo Bautista y de la SGAE, fundamentales para obtener este reconocimiento”.

Según Eduardo Bautista, “ha llegado el momento de que se ponga en valor el jazz latino, como parte fundamental de la cultura universal, porque de ese modo estaremos haciendo justicia a la labor creativa, la trayectoria profesional y las imprescindibles y originales aportaciones de inmensos autores latinoamericanos. Bebo y Chucho han hecho méritos suficientes, a lo largo de sus dilatadas y fecundas carreras musicales, para recibir esta distinción”.

Históricamente, los músicos hispanos hemos sufrido la marginación que ha impuesto el etnocentrismo anglosajón. Para paliar esta situación, la Sociedad de Autores lleva muchos años trabajando en la difusión de la creación musical latina, a través de la edición de discos y la publicación de libros, mediante el apoyo a giras y conciertos, favoreciendo la presencia de músicos en las ferias internacionales y participando activamente en la creación de premios internacionales. Nosotros vamos a seguir poniendo en valor la cultura latina para que ocupe el espacio que requiere a nivel internacional”, abunda Eduardo Bautista.

Bebo y Chucho Valdés se suman, de este modo, a un selecto grupo de grandes nombres distinguidos con anterioridad por Berklee, como David Bowie, Dizzy Gillespie, Sting, Phil Collins, Aretha Franklin, Chick Corea, Rubén Blades, George Benson, Juan Luis Guerra, Duke Ellington, B.B. King, Quincy Jones, Steve Vai, Paul Simon, Pat Metheny, Steve Winwood, Steven Tyler, Herbie Hancock o el ya citado Paco de Lucía, primer español en recibir este honor, entre otras figuras.

Además de Bebo y Chucho Valdés, este año, Berklee ha reconocido como Doctores Honoris Causa a Kenny Garrett, Mavis Staples, y Michael McDonald. En total, cinco músicos de los que la prestigiosa escuela norteamericana destaca “sus logros e influencia en la música, y su contribución permanente a la cultura norteamericana e internacional”.

La ceremonia oficial de graduación tendrá lugar el sábado 7 de mayo en el Agganis Arena de la Universidad de Boston, un recinto que, en ocasiones tan especiales, completa su aforo de más de 7.000 localidades. El viernes día 6, y en el mismo escenario, un grupo de alumnos del Berklee College of Music interpretará algunas composiciones de los músicos galardonados.

“Dos goles en una sola jugada”

Explica el genial pianista Chucho Valdés que el reconocimiento le satisface por partida doble: “Soy un admirador de mi padre, como ser humano y como músico. Su obra ha trascendido y ha influido en todas las generaciones posteriores. Por eso mi satisfacción se multiplica: es como hacer dos goles en una sola jugada”.
Conviene recordar que esta especial relación entre padre e hijo nació alrededor de un piano. “Cuando tenía cuatro años, Bebo me puso a tocar delante de Cachao”, expone Chucho, quien se formara armónicamente escuchando a su padre hasta la madrugada. Discípulo del compositor cubano Leo Brouwer -“fue mi maestro, es un guía espiritual para mí”- Chucho se emociona cuando rememora su niñez, “el primer recuerdo que tengo es el de Bebo al piano en nuestra casa, que era un centro musical: mi madre cantando y todo el mundo quería visitar a mi padre
.”

De esta manera se inició una brillante saga musical, la de los Valdés, que abarca ya casi dos siglos. Actualmente, después de haber grabado un disco conjunto de la mano de Fernando Trueba titulado Juntos para siempre (2008), padre e hijo tienen un sueño en común, que Julián, hijo de Chucho y nieto de Bebo, continúe la tradición pianística familiar. “Nuestra mayor ilusión es que Julián siga nuestro camino. Es un músico en potencia. Hemos tocado a seis manos ya. Vive el espectáculo. Tanto Bebo, que le ha regalado su segundo piano (el primero fue un obsequio de Fernando Trueba cuando tan sólo contaba con dos años) como yo, le estamos enseñando a tocar. Eso sí, Julián prefiere a Bebo como profesor”, concluye Chucho Valdés.

Acerca de Bebo Valdés

Bebo Valdés
Nacido en La Habana en 1918, Bebo Valdés es, sin duda, el más importante músico cubano vivo. Pianista, líder de orquesta, compositor y arreglista, comenzó su carrera tocando en salas de fiestas durante los años cuarenta, siendo el pianista y arreglista de Ernesto Lecuona y Rita Montaner, entre otros. Valdés jugó un importante papel en el desarrollo del mambo, así como en el movimiento del filin durante los años cincuenta, antes de originar su propio ritmo, el batanga. En 1952, el productor Norman Granz grabó con Bebo en La Habana la primera descarga cubana (jam session).

Después de la revolución, abandonó Cuba en 1960, instalándose en Suecia, donde pasó tres décadas tocando el piano en el hall de un hotel de Estocolmo, hasta que es redescubierto gracias al disco Bebo Rides Again, invitado por Paquito D’Rivera (1994) y el documental de Fernando Trueba Calle 54 (2000), lo que supone el inicio de uno de los más hermosos terceros actos de los últimos años.

A sus setenta y seis años comenzó una nueva carrera donde se encontró de nuevo con Cachao -en Lágrimas Negras- y con su hijo -en La Comparsa-, incluidos ambos temas en la mencionada Calle 54. A partir de aquí llegaron más proyectos, como El arte del sabor (2000) con Cachao y Patato, producido por Nat Chediak, -Lágrimas Negras (2003) con Diego el Cigala, Juntos para siempre (2008), su primer disco en dúo con Chucho, y la reciente banda sonora de Chico & Rita (2010),- proyectos todos ellos apadrinados por Fernando Trueba. Socio de la SGAE, tiene registradas 171 obras.

Con 92 años, Bebo, que en la actualidad vive en Málaga, cuenta con numerosos galardones, hasta la fecha cinco Premios de la Música, seis Premios Goya o siete Premios Grammy, entre otros muchos.

Sobre Chucho Valdés

Chucho Valdés
Nacido en 1941, este pianista, compositor, profesor de música, arreglista y director de grupo inició su formación musical a temprana edad, en su casa, bajo la influencia de su padre el gran Bebo Valdés y de su madre Pilar, maestra de piano y cantante. A los tres años ya tocaba al piano las melodías que escuchaba en la radio, de oído, con ambas manos y en cualquier tono.

El positivo ambiente musical de la familia le permitió adentrarse con soltura en el conocimiento de los más diversos estilos y géneros de la música. Poco después estudiaría piano, teoría y solfeo hasta los catorce años. Tras formar su primer trío de jazz en 1956 y debutar como solista en diferentes hoteles, en 1959 empezó a tocar en la orquesta Sabor de Cuba, dirigida por su padre, con la que acompañó a importantes cantantes de la época como Rolando Laserie, Fernando Álvarez y Pío Leyva.

A partir de aquí, la carrera de Chucho no paró de cosechar éxitos hasta la fecha. En 1970 con su propio combo actuó el Festival Internacional de Jazz Jamboree, en Polonia, convirtiéndose en la primera agrupación cubana en participar en el exterior en un encuentro de ese género, donde es felicitado por Dave Brubeck y ubicado, por primera vez, entre los cinco mejores pianistas de jazz en el mundo junto a Bill Evans, Oscar Peterson, Herbie Hancock y Chick Corea. En 1972 y luego de grabar el LP Jazz Batá junto a Carlos del Puerto y Oscar Valdés, Chucho decide ampliar el formato: añade metales y batería. Fue entonces en 1973 cuando creó Irakere, considerado el grupo más importante en la historia de la música cubana en la segunda mitad del siglo XX, una explosiva mezcla de jazz, rock, clasicismo y música tradicional cubana; un sonido nunca antes escuchado que revolucionó la música latina.

Su labor creadora que no ha cesado de experimentar, la ha conjugado con una intensa actividad docente en diversas universidades de todo el mundo. Socio de la SGAE, como su padre, cuenta con 249 obras registradas. Entre otros reconocimientos internacionales, ha sido ganador de ocho Premios Grammy, Premio Nacional de Música de Cuba o Premio de la Música de España.

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